Nacemos en familias que, poco a poco, nos van educando, guiando hacia nuestra madurez, hacia nuestro futuro.
Cuando nos independizamos aprendemos sobre la marcha como debemos hacer las cosas y, poco a poco, vamos evitando situaciones que no nos benefician, que nos perjudican. Ese conocimiento lo adquirimos poco a poco, a base de ensayo y error, y lo hacemos casi sin darnos cuenta. Como el vaso que se llena gota a gota, nuestro cerebro se llena, poco a poco, de situaciones vividas, de reacciones, de consecuencias y va moldeando nuestra forma de ser, de pensar y de actuar. Pero en ocasiones hay pensamientos que son más fuertes que las consecuencias. Hay convicciones más fuertes que la voluntad. Igual que la gota que cae rítmicamente en un agujero oscuro sin importarle el tiempo, sin importarle la gravedad y, gota a gota va conquistando el oscuro espacio y, a pesar de su insignificancia, es capaz de crear estalactitas y estalagmitas formando estatuas grandiosas, gota a gota.