viernes, 2 de junio de 2017

Asesinatos nocturnos

Hoy amanecí como asesíno en serie. Desperté tranquilo, satrisfecho, contento con lo que había hecho. Desperté con una sonrisa en los labios y con la calma que da el trabajo bien hecho. Miré a mi alrededor, comprobando el caos que había sembrado. Los cuerpos se amontonaban y en el aire había un fuerte olor a hierro y a tradición de San Martín. Miraras donde miraras podias ver un despojo, un charco, un trozo de piel o pelo y justo en el centro yo. Mi cuerpo temblaba por efecto de la adrenalina del momento. Mi respiración acelerada y mis manos temblorosas, llenas de un espeso, tibio y pegajoso mejunge que se metía muy dentro de mi cerebro y me hacía esbozar una macabra sonrisa. ¡Estaba satisfecho!. Me sentía genial con lo que acaba de pasar. Por fin había tomado las riendas y había borrado de mi vida a toda la gentuza que, hasta ese momento, me chupaban la vida, las ganas y la ilusión. Por fin me había quitado aquel peso de encima, me había desecho de todas esas sanguijuelas que me robaban la energía. Los borré de mi pensamiento, de mi vida, de mi tiempo. Simplemente los trocee y tiré sus restos al lugar donde les correspondía estar, ¡al vertedero!.