jueves, 4 de febrero de 2010

Lagrimas

La mano izquierda apretaba fuertemente su cuerpo contra la encimera, los dedos apretaban contra ella clavandosele, haciendo arrugarse el vestido. Los ojos firmes en ella, sin pestañear, sin apartar la vista ni por un segundo. La mano derecha asía firmemente un gran cuchillo, resplandeciente, impoluto, casi majestuoso. Un brillo señorial y un porte imponente. Se podía adivinar un filo digno de una hoja de afeitar.
Comenzo elevando el gran cuchillo hasta la altura de su cabeza y con un rápido movimiento, lo bajo hacia ella, parando a escasos centímetros. La miro y acaricio su ropa con el lomo del cuchillo, deslizandolo suavemente. El lomo dejo paso a ala punto y con hábil movimiento, como si de un cirujano se tratara fue despojándola poco a poco de aquel traje, rasgando pequeñas porciones, para ir, lentamente, dejándola sin su atuendo, dejándola desprovista de aquella pequeña parte que aun la unía a la dignidad.
Sin apartar el cuchillo de su piel, la hizo girar, miraba atentamente, como si la estudiara, como si estuviera buscando el mejor lugar para comenzar con aquella macabra tarea que tenia encomendada. Miraba cada milímetro de su piel, mientras su mano izquierda acariciaba aquella suavidad; disfrutaba con su tacto, le gustaba tocarla, recorrer con los dedos aquella superficie tan peculiar, lisa, agradable al tacto, pero a la vez fría, húmeda, como muerta. Sin duda era algo provocado por la situación.
El cuchillo jugueteaba en su mano, como si estuviera buscando una escusa par no hacerlo. Pasaba una y otra vez rozando su piel, haciendo pequeños arañazos, como dibujando un patrón para seguirlo.
Respiro profundamente y una lágrima rodó hasta la nariz, acaricio sus pliegues y continuo viaje hasta sus labios. Saboreo lentamente esa salada sensacion.
Paso el cuchillo sobre ella, ahora el filo se oprimía contra su piel suave, blanquecina, moribunda. Presiona un poco, haciendo una pequeña incisión en el cuerpo y el liquido comenzo lentamente un comino descendente, hacia la madera de la mesa sobre la que estaba apoyada.
Ni un lamento, ni un grito, ni un solo sonido salia de ella, mientras el seguía hundiendo el cuchillo en su cuerpo. Poco a poco una legión de lágrimas invadieron sus ojos, intentando parar aquella macabra tarea, cegándolo para impedir que continuara con su propósito.
El cuchillo continuaba descendiendo, seccionando lentamente su cuerpo. El muchacho seguía presionando el cuchillo, los dedos blancos de la presión, los ojos encharcados y aquella borrosa figura sobre la mesa, rodeada de aquella sustancia liquida. Ahora su cuerpo permanecía inerte, seccionado en dos partes. El la miraba fijamente, el cuchillo sobre la tabla y las manos a los lados, sujetando el peso de su cuerpo, que permanecía inmovil, observando lo que acababa de hacer.
Con la mano derecha volvió a coger el cuchillo, mientras con la izquierda agarraba parte de ella, la volvió hacia la madera y de nuevo puso el cuchillo sobre su cuerpo, entonces escucho una voz...
- ¿que haces?
- ¡estoy cortando la cebolla!

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